miércoles, 26 de marzo de 2008

Un buen día, después de instalar el enorme cartelón institucional que anunciaría la próxima remodelación y ampliación de la Casa del Aralar, vi una escena que me hizo apresurarme a casa a tomar mi cámara de fotos para captar lo que estaba sucediendo.

La primera medida a tomar en cuanto a la realización de dicha obra era la de destruir el nido que las cigueñas han empleado, años tras años para anidar en nuestro pueblo. Generaciones de cigüeñas lo utilizaron, y ahora iba un gobierno del PP a disponerse a eliminarlo como primera medida de actuación.
Como usted pude ver, muestro en este pequeño espacio, cómo se destruye un nido de cigüeñas. Quien como yo, viva cerca de la obra, y haya visto en estos meses el desarrollo de la misma, se podrá preguntar si realmente era necesaria dicha destrucción.

Fuimos unos cuantos los que allí nos arremolinamos para ver lo que sucedía. Felizmente puedo enseñar la crónica de lo que allí ocurrió.

Hace ya semanas que las cigüeñas llegaron a nuestro pueblo. Todos sabemos que siempre anidan en el mismo lugar. La que llegara, esa mente de ave, la naturaleza, a veces tan destructiva, y otras veces tan constructiva, se dispuso a construir lo que el hombre había hecho desaparecer.

Por fortuna, todavía conservo estas fotografía, que daba ya por eliminadas para siempre. Aquí están, aunque lo que sí me falta es la de la remodelación que más me alegra para la Casa de la Juventud: la del nuevo nido que ya han construido las cigüeñas. Después de mi ausencia temporal de Guadarrama, la tomaré y la colgaré en este blog.

Os mando un fuerte abrazo desde Palma de Mallorca.


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